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Tu momento de paz...  

Climax_34bcn 51M
343 posts
8/19/2020 2:08 pm
Tu momento de paz...


Estás tumbada en la cama... –Por fin!, piensas para ti. Como deseabas ese momento de paz, estás cansada y con ganas de relajarte un poco. La niña duerme hace un rato -y piensas para ti- que es el momento perfecto para tomarte un poco de tiempo, te lo mereces…

Apoyas tu espalda cómodamente sobre varias almohadas y cojines, te encanta sentir como la espalda se adapta a una superficie blanda descansando la espalda dolorida -como a mí-, pero quedando en una postura cómoda semi inclinada, de tal forma que con un abrir de ojos puedes dar un repaso completo a la habitación, por si ocurre algo. Siempre alerta, con la niña nunca se sabe lo que puede pasar.. Aunque también te gusta hacerlo así porque cuando te masturbas te mueves un poco, y en esa posición te es más cómodo penetrarte con tus juguetes con una mano y jugar con tu clítoris con la otra…

Echando los hombros hacia atrás dejas tu cuerpo descansar sobre las almohadas y comienzas a respirar profundamente. Tras un largo día de trabajo necesitas encontrar ese remanso de paz y tranquilidad que todos necesitamos. Necesitas relajarte, necesitas evadirte de la rutina, escapar del trabajo, escapar de todo -o de casi todo- y aspirando profundamente cierras los ojos brevemente deseando estar en otro lugar… los cierras un instante, lo justo y necesario, para abrir las puertas de tu imaginación, y tras volver a abrirlos, ahora estás justo dónde quieres estar, conmigo... 

Estoy de pie apoyado en el marco de la puerta de tu habitación, sonriéndote. Me miras de reojo pues sabes perfectamente que estoy ahí. Creo que estás haciéndote la dormida y quieres ver como reacciono.

Miro tu cuerpo unos segundos... Estás tumbada boca abajo, de espaldas a la puerta. Podía ver tu espalda desnuda y como la tela del tanga se metía entre tus piernas provocándome. Me encanta tu culo… Dios que culo! Estás tan sexy que quiero grabar en mis retinas esa imagen para después ser capaz de recordarte tal cual estás ahora. Contemplando tu perfecta desnudez.

Camino hacia tí con la toalla enrollada sobre mi cintura. Con el pelo y mi cuerpo aún mojados por la ducha que acababa de terminar y quise chafardear un poco, ver qué estabas haciendo.

Te diste la vuelta conscientemente de que me estaba acercando para quedarte justo delante de mi,al borde de tu cama. Te incorporaste un poco, sentándonte y mientras me mirabas fijamente comenzaste a besar mi ombligo. Me gustó ver en esa mirada una pincelada de perversión y excitación al mismo tiempo.

Tratabas de recorrer mi abdomen siguiendo alguna gota de agua perezosa que todavía se deslizaba por él. Yo acariciaba tu pelo, y justo cuando levanté ligeramente las manos separándolas de mi cintura, aprovechaste para… de un ligero tirón provocar que la toalla cayera sin más, al suelo, dejándome completamente desnudo, a tu merced. O mejor dicho, a merced de tus labios...
Tus manos comenzaron a acariciarme recorriendo todo mi cuerpo. Y así me encontraba, de pie, completamente desnudo a escasos centímetros de tí y tus manos no cesaban de acariciarme. Tras excitarme con tus caricias intencionadamente las colocaste en mi espalda clavándome las uñas ligeramente, descendiendo una y otra vez, justo como sabes que me gusta, para más tarde dejarlas sobre mis nalgas, apretándolas fuerte. Resultaba evidente mi excitación, pues sentía tu aliento, caliente, justo sobre mi entrepierna, que comenzaba a hacerse notar. Te acercaste despacio empujándome de mis nalgas hacia tí, hacia tu cara, con las dos manos sobre ellas, al mismo tiempo que, en un profundo suspiro, acercaste tus labios hacia mi miembro.

Jugabas conmigo pues sabía que estabas deseando tanto como yo ese momento, el momento de llevarte mi polla a la boca y saborearla, disfrutarla tanto como fuera posible. Pero no lo hacías, y esa espera me excitaba cada vez más. Continuabas besándome por doquier: mi vientre, mi abdomen, mi ombligo e incluso te llegaste a levantar ligeramente para besar mi pecho y jugar con tu lengua en mis pezones.

Te gustó comprobar la excitación que provocabas en mí después de lamerme casi entero, porque cuando volviste a bajar de nuevo por mi pecho y mi abdomen recorriéndolo con la lengua te encontraste con mi polla a punto de explotar, justo delante de ti. Y fue entonces cuando tus besos recayeron sobre ella haciéndome soltar un débil pero casi continuo gemido. Te la llevaste a la boca lamiendo con suavidad cada centímetro de su piel, desde la base hasta la punta, y te quedabas ahí para jugar, justo dónde sabes que me vuelves loco de placer. Sentí tu saliva caliente recorrer mi sexo, precipitándose hacia el vacío. Sentí como empapaste completamente mi polla sin dejar de lamer ni chupar ni un instante. No tardé en darme cuenta de que, de seguir así, no tardaría en estallar, pues al mismo tiempo que lamías la parte superior colocando tus labios sobre ella llenándote la boca, con ayuda de una de tus manos estabas masturbándome y llevándome al cielo. Justo antes de que llegara al orgasmo me miraste fijamente y clavando tu mirada en la mía, ahora acariciando suavemente mis huevos. Sólo me falto ver lo cachonda que estabas para explotarte incontenible llenando tu boca y tu carita con mi leche caliente retorciéndome de placer.

Uffff como me encantó verte así… con mi leche sobre tu cara, relamiéndote… Luego, muy pulcra limpiaste completamente mi polla… y al volver a chuparla seguía igual de dura que al principio… Quería más…

Te así por los hombros incitándote a levantarte y acerqué mis labios hacia los tuyos. Cada vez los veía más y más cerca, deseándolos, deseando el contacto sutil y carnoso de tus labios sobre los míos. Pero yo también tenía ganas de jugar, como de costumbre, entonces evité besar tu boca para enfrascarme en un continuo bombardeo de besos sobre tu cuello. Podía oler cada poro de tu piel embriagándome de ti y de mí, pues aun quedaban restos de mi corrida sobre tu cuerpo y mientras lo mordisqueaba noté el calor de una de tus manos sobre mi polla que comenzaste a acariciar. Mis besos recorrieron completamente el cuello, las mejillas y tus orejas que mordisqueé y traté de penetrar como si de tu sexo se tratara. Te pegaste más aún cuando débilmente te susurré: "No sabes cuanto te deseo..."

Entonces te cogí en brazos y sin prestar atención te senté sobre el escritorio. Hicimos sitio como pudimos tirando todo cuanto había por los suelos y sin vacilar mis besos comenzaron a explorar tu pecho al mismo tiempo que abrías las piernas lo suficiente como para situarme justo en tu entrepierna. Pude saborear con mi lengua mi propia esencia aún sobre tu cuerpo. Y recogiéndola con mi lengua decidí compartirla contigo entregándotela directamente sobre tu lengua. Entrelazándola con la tuya, saboreando juntos mi propio semen, relamiéndonos juntos, compartiéndolo absolutamente todo.

Sumamente excitado... pasé entre tus pechos mientras mis manos acariciaban tu espalda. Llegué a tu ombligo y mi lengua no pudo evitar explorarlo y empaparlo en mi saliva. Seguías jugando con mi sexo, que seguía tan duro como la piedra, cada vez más caliente, cada vez más ansiosa de meterse en tu coñito hasta el fondo. Mi lengua recorrió tus pechos por toda la base, como si tratara de dibujarlos sobre un papel, para más tarde, lenta pero decididamente dirigirme a tus pezones. Resultó evidente que estabas excitada pues ya estaban duros, sólo me faltó humedecerlos con mis labios apresándolos fuerte y tirando de ellos hacia arriba levemente. Mi lengua los recorrió en círculos y entonces no pudiste evitar echar la cabeza hacia atrás gozando con mi lengua.

Mis manos sobre tus caderas y mi lengua sobre tu ombligo. Podía escuchar tu respiración entrecortada según comencé a descender lentamente. La excitación inundaba nuestros cuerpos jadeantes. El deseo había llegado a sus límites. Besé tus ingles a escasos centímetros de tu sexo, que empezaba a humedecerse según se acrecentaba la excitación y tras levantar ligeramente tus caderas pude terminar de bajar tu tanga que cayó al suelo.

Gemiste... cuando el primero de mis besos cayó sin dilación sobre tu clítoris.

Un beso dulce, tierno, pero que te hizo estremecer. Quizás fuera la lentitud con la que me acerqué, quizás fuera que intuías el goce y el placer que estabas a punto de experimentar. Mi lengua decidió muy lentamente recorrer tu sexo de arriba a abajo, saboreándolo, separando tus labios vaginales, sintiéndolos ardiendo de pasión. Jugaba con ellos. Los separaba, los recorría con mi lengua mojándolos, empapándolos en saliva. Entonces decidí llevarte a la boca uno de mis dedos que chupaste como si de mi propia polla se tratara y fue verte e imaginarte de nuevo con mi polla entre tus labios y sentir un deseo irrefrenable de penetrarte en ese preciso momento. Pero no lo hice...

Mi dedos exploraron tu sexo, ya bastante húmedo de la excitación, mientras mi lengua jugaba y golpeaba rítmicamente tu clítoris. Te penetraba una y otra vez con mis dedos, primero uno, más tarde con otro más. Los movía haciendo círculos para que sintieras como se movían dentro de ti. Creí morirme de placer cada vez que te escuchaba gemir y gemir. Era la satisfacción de saber que en ese momento eras completamente mía y que yo era completamente tuyo. Y más sabiendo el placer que estaba proporcionándote…

Pero no quería que te corrieras con mis dedos, esta vez no… así que los sustituí por la puntita de mi polla… y me quedé ahí, quieto, justo con la puntita dentro de ti, mirándote a los ojos…

-Métemela, no me hagas esto! - me decías.

Y me hacía el remolón… sacándola y frotándola contra tus labios vaginales despacio arriba y abajo… y cada vez que bajaba empujaba un poco más, para… que se fuera metiendo cada vez más adentro…

La sacaba completamente… y tras frotarla contra su coñito… volvía a metértela tan despacio como podía…

Pero estaba tan mojado ese coño que casi patinaba sola hacia dentro.

No tardaste en llegar al orgasmo porque te retorciste y apretaste fuerte tus piernas contra mi. Creí quedarme sin respiración. Me encantó verte así, sentada en el escritorio con la espalda arqueada, gimiendo, con las piernas completamente abiertas, mi polla hundida en tu coño y mordisqueándote los pezones. Arqueabas la espalda y gritabas, parecía como si miles de voltios recorrieran tu cuerpo en una descarga de corriente que consigió ponerme los pelos de punta. Y sin duda a ti también…

Volví a inundarte con mis besos, en el cuello, en tus labios, en tus mejillas.
Que gozada… corrernos juntos mirándonos…

Tras unos segundos de desconcierto y de jadeos incontrolados seguíamos mirándonos. Tú llenándome de ti y yo llenándote de mi. Nos amamos. Con mi polla aún dentro de ti nos fundimos en una mirada ansiada, en un beso apasionado y más tarde en un abrazo deseado. Tras unos minutos breves pero intensos nos amamos.

Insaciables volvimos a desearnos…

Te dí la vuelta y apoyándote sobre el escritorio levantaste el culo en el aire que comencé a besarlo. Comencé a pasar mi lengua por tus nalgas, a mordisquear tus glúteos clavando mis dientes sobre ellos dejándote una marca perfecta sobre tu piel. Comencé a explorar de nuevo tu entrepierna, tus muslos, tu sexo... y nos excitamos de nuevo.

Comencé entonces a jugar con mi polla sobre tu sexo. La frotaba como si tratara de masturbarte con ella. Recorría tus labios vaginales y llegaba hasta tu esfinter. Apretaba tus nalgas contra mi miembro y me movía como si realmente estuviera follándote, sin hacerlo. No tardé mucho en volver a empalmarme y en un ligero empujón, casi imperceptible, se introdujo muy despacio dentro de ti, porque ya estabas otra vez completamente mojada.

Diosssss como me excitó sentir ese gemido ansiado y esperado!!! Justo cuando mi polla comenzó a penetrarte milímetro a milímetro. Sentías como se abría paso, muy lentamente, hasta que por fin la pudiste sentir en todo su tamaño pues estaba completamente dentro de ti. Me quedé quieto unos instantes, disfrutando del momento, deseando ver tu rosto, deseando clavar mi mirada en la tuya y gozarte aún más. La podías sentir dentro de ti, tan caliente, tan dura, tan ardiente.

Te cogí por los hombros y mientras comenzaba a moverme muy despacio, hacia afuera y hacia adentro, aproveché para tirar fuerte de ti y clavarla hasta el fondo. No te lo esperabas pues soltaste un gemido que me hizo temblar de la excitación. Comencé a jugar así, moviéndome muy lento y despacio para que me sientieras completamente dentro de ti. Para después inesperadamente meterla fuerte de una sola embestida. Y te retorcías de placer... Al poco rato no puede evitar acelerar el ritmo. Fue entonces cuando comencé a follarte de verdad. Se terminaron los juegos. Ya no podía aguantar más. Ninguno de los dos podía aguantar más. Te asía con fuerza de los hombros y tirando fuerte te la metía una y otra vez. Podía escuchar los chasquidos que provocaban tus jugos en mi polla cada vez que se hundía hasta el fondo, muy adentro de ti y mis pelotas rebotaban una y otra vez. Mientras acoplé mi cuerpo sobre el tuyo y aprovechaba la posición para mordisquearte el cuello y con una de mis manos frotar tu clítoris..

Tus gemidos, mis gemidos. Y el placer nos invadió, por completo...

Y fue así como nos derritimos los dos de placer cuando, inevitablemente, conseguimos corrernos los dos, electrocutándonos con la corriente de nuestra pasión.

Que placer ser tuyo... Que placer que fueras mía...

Te deseo...

Besos dulces,





Climax

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante..


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