Al final él se acabó cansando y se fue, ella simplemente esperó. Al fin y al cabo la que espera también se cansa, y se da cuenta de que el amor de su vida no va a volver y se acaba marchando de aquel lugar que algún día fue importante para los dos. Y ahí está, sentada en un banco, sola, sin él. Le echa de menos de vez en cuando, pero hay días que está mejor así, no tiene que rendirle cuentas a nadie y puede hacer lo que quiera cuando quiera. Pero hay días y días, y hoy, es uno de esos días en lo que le extraña, hoy le hace falta. Su vida ha cambiado desde que está sin él. Ríe, sueña, disfruta de su vida pero todo lo hace sin él y no es lo mismo. Él sabía hacerla reír como nadie, la conocía como a la palma de su mano, y con el tiempo, esas cosas son las que se echan de menos. Ahora sabe que ningún amor dura para siempre; que todo se acaba con el tiempo, que nada es eterno, ni hasta el amor más querido, ni por mucho que ames o te amen. Todo se termina, todo se vuelve diferente.